La meta
La meta de Un Curso de Milagros es la paz interior.
No olvides que la motivación de este curso es alcanzar y conservar el estado de paz.
En ese estado la mente se acalla y se alcanza la condición en la que se recuerda a Dios. Ucdm.T-24.In.1:1-2
El primer capítulo del libro Un Corso in Miracoli parla di sé es íntegramente dedicado a este argumento. Este es su comienzo (pág. 11-12):
Hay una paz más allá del clamor ensordecedor del mundo, una quietud profunda que no se ve alterada por los chillidos del ego dentro de nuestra mente. Es un silencio activo y muy vital. Y posee una fuerza interior libre de ataque y de vanagloria, una calma atenta y vigilante que sabe hacer frente al ímpetu de la ansiedad y de la agitación sin atacarlas ni defenderse de ellas. Accedemos a esa paz cuando estamos listos para ir más allá de nuestros procesos mentales limitados y limitantes. Entonces experimentamos un estado de entrega tranquilo y confiado en algo que los trasciende, una Presencia espiritual que está dentro de nosotros, seamos o no conscientes de Ella.
Hay capas de silencio, así como hay capas de paz. Por ejemplo, cuando leemos podemos encontrarnos inesperadamente en una concentración mental que excluye el mundo exterior. Este es un nivel muy superficial. Pero a veces las palabras pueden dejar aflorar destellos de luminosidad que se infiltran entre ellas como una ranura delgada. Si nos adentramos con valentía en esa fisura de silencio, se abren a nuestra experiencia universos inexplorados, como cuevas subterráneas llenas de luz, verdaderos aposentos de tesoros donde nos esperan regalos hasta entonces jamás imaginados.
En este tranquilo centro todo se vuelve simple. La paz no tiene otro propósito que él de ser ella misma. La confusión, sin embargo, es compleja ya que tiene que enmascarar el vacío y necesita agitarse para demostrar que existe. En el silencio cesan por un instante todos los reclamos absurdos de la posesión y descubrimos que ya lo tenemos todo porque somos. Es la confianza que hace posible todo esto. Todo lo que tenemos que hacer es colocarnos en este estado mental de confiada espera y la paz llega como una bendición. Pero antes tenemos que aprender a reconocer su necesidad, dándonos cuenta de lo vano que son todas las otras necesidades.
Porque no es posible tener paz si no hay deseo de paz.
Cada uno tiene que aprender a hacerlo en sí mismo y para sí mismo. El compromiso es individual. Pero cuando brotan las alas de la confianza y aprendemos a usarlas con creciente valentía, entonces encontramos en nuestro silencio solitario una amplitud y una comunión que antes ni siquiera podíamos sospechar. En esa inmensidad caen los límites del yo individual y descubrimos que somos parte del todo. Este estado de quietud y de paz es el objetivo del Curso.